Mariano Rajoy Brey, gallego, 55 años reapareció el sábado ante una multitud festiva, calurosa y serena. Rajoy había vuelto a nacer setenta y dos horas antes cuando milagrosamente sobrevivió, junto con Esperanza Aguirre, a un aparatoso accidente de helicóptero. La celebración del día de la Constitución no se trató de una convocatoria de los mismos que iban a la Plaza de Oriente. No se convirtió en una jornada en contra de nada y mucho menos en contra de Cataluña. No fue un acto callejero (expresión gubernamental-prisaica que evoca a la kale borroka o terrorismo callejero). Tampoco hubo un solo grito de odio ni una sola voz que se alzara contra nadie, aunque lo hubiera merecido.
Una multitud deseosa de escucharle, atenta a cada palabra, a cada gesto, celebró a Mariano Rajoy Brey arropado por la plana mayor del Partido Popular. Rajoy se ha convertido en el político que desnuda intelectualmente todas las semanas en el Congreso de los Diputados a José Luis Rodríguez Zapatero; es el dirigente cuyos argumentos convierten a Zetapé en un herrumbroso presidente, patético, insolvente e increíblemente rencoroso, infantil, huero e ignorante. Con su defensa del individuo, de la libertad y de la nación española, Rajoy dejó en evidencia a la izquierda del presidente rojo que da la espalda a las personas y las sacrifica por el colectivo, a la izquierda liberticida y del rencor a España. Por eso Rajoy tuvo su baño de calor humano en una gélida y soleada mañana de puente del seis de diciembre.
![](http://counters.libertaddigital.com:90/img/none.png?cpn=28475&type=o§ion=ESP_D)